La comparación de la peculiarmente metafórica ambigüedad-E, con otros tipos de la misma nos servirá de introducción al problema principal de la metáfora al que va encaminarse nuestra presente síntesis.
Se han planteado diversos enfoques sobre la interpretación de la metáfora, veremos seis de ellos.
Para el enfoque intuicionista, el significado metafórico no puede derivarse mediante fórmula alguna del análisis de sus constituyentes literales, sino que ha añadido a los constituyentes, tal significado requiere para su entendimiento de un acto de intuición. M. Beardsley desarrolla tal enfoque, que él llama “teoría de lo sobreviviente” Beardsley menciona que la metáfora es capaz de transmitir significados que el lenguaje literal no puede. Él escribe: “el significado de una metáfora no brota de los significados literales de sus partes, sino que aparece como algo extraño a, e independiente de, ellos. Los significados literales quedan superados y perdidos; el significado metafórico es inexplicable en términos de los mismos”.
Una metáfora no puede interpretarse desde la interacción de sus partes; exige un acto especial de intuición.
El enfoque emotivo pone el acento en la capacidad de las metáforas de manifestar y suscitar sentimientos, como distinto a transmitir información. La perspectiva emotiva, a diferencia de la intuicionista, enfatiza más bien en que la metáfora va más allá del lenguaje natural en su capacidad de afectar al sentimiento. En su formulación más suave, el emotivismo admite que las metáforas pueden, de hecho, aumentar los recursos cognitivos de sus respectivos lenguajes, pero insistiendo en que el rol emotivo de tales metáforas lo que es de primaria importancia. El incremento cognitivo sobre la expresión literal no es suficiente motivo para el uso de la metáfora; la clave más bien reside en la dimensión afectiva. Por resumir, el enfoque emotivo, al considerar el significado como emotivo, así también como cognitivo, enfatiza la irremplasabilidad de la metáfora y la resistencia de su significado emotivo a la fórmula.
Ahora la versión más extrema del emotivismo es la idea de que las metáforas carecen de contenido cognitivo, funcionando sólo como recursos emotivos.
El enfoque formular supone que hay alguna fórmula que, dada información disponible sobre los constituyentes literales, especifica en términos literales los significados de las expresiones metafóricas. Ahora veremos que en segundo lugar, el enfoque formular apunta a principios familiares que abarcan, al menos, algunos casos de la aplicación transferida; una es la sinécdoque, en la que la aplicación literal pasada y la nueva están en una relación de parte-todo o de género- especie. En este sentido el enfoque formular relaciona así la metáfora íntimamente con el símil. La exigencia del enfoque familiar es, pues, la de que el principio de similitud difiere críticamente de las regularidades que rigen los términos indicadores.
En suma, la noción formular de la metáfora como símil implícito no resulta convincente.
El enfoque intencional se vale de una idea que ya hemos visto en el emotivismo, la idea de que los efectos metafóricos se liberan mediante el bloqueamiento de la interpretación normal.
El intencionalismo se vale de la misma noción general, pero da una razón cognitiva más que emotiva del efecto metafórico mismo: considera este efecto no como una cuestión de sentimiento, sino más bien como una genuina descripción de propiedades. Sin embrago, su posición es que, entre las propiedades asociadas a un término, laguna son centrales, mientras que otras son meramente periféricas.
Podemos decir que el enfoque intencional ofrece, en efecto, un método, pero no pretende ofrecer una fórmula del tipo rechazado por el intuicionismo.
El enfoque interaccional coincide con el intuicionismo en negar que la interpretación metafórica pueda reducirse a una cierta rutina general, pero no se contenta con apelar al acto de intuición. Difiere, por su parte, marcadamente del enfoque emotivo al negar que las metáforas operen sólo, o primariamente, en el ámbito del sentimiento. Y al igual que los enfoques formular e intencional, el interaccionismo busca más bien una interpretación cognitiva de la comprensión metafórica. Sin embargo, a diferencia del primero de estos enfoques, rechaza la asociación de la metáfora con el símil; así como todo recurso a la semejanza y a la comparación. Y, a diferencia del segundo, abandona la noción inclusiva de las connotaciones de un término como abarcando ambos tipos de características.
El enfoque contextual otorga énfasis primario a un rasgo de la comprensión metafórica, al que otras posiciones se han referido también, y, de modo particular, tal como acabamos de ver, el interaccionismo. La referencia al contexto. El contextualismo es cognitivo en espíritu, distanciándose, así, del emotivismo, del enfoque formular; al rechazar apoyarse en la semejaza, y del enfoque intencional, al rechazar una lógica de la explicación basada en principios uniformes de interpretación.
Al igual que el interaccionismo, está dispuesto a reconocer que la fuerza de la descripción metafórica varía de acuerdo a la variación del contexto, pero no ofrece teoría alguna de los lugares comunes, ni siquiera como una supuesta explicación del caso usual.
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